jueves, 28 de octubre de 2010

La Gran obra del sentido

"...- He venido a pedirle que venga a cenar conmigo mañana -dice-. Así tendremos la ocasión de charlar sobre nuestros gustos comunes.

- Eeeh...- contesto lo cual es relativamente corto.

-Una cena entre vecinos algo sencillo- añade.

- ¿Entre vecinos? Pero soy su portera-. Arguyo aunque muy confundida.


-Es posible tener dos cualidades al mismo tiempo- me contesta.

Virgen Santa. ¿Qué hago?

Siempre está la vía de la facilidad, aunque me repugne seguirla. No tengo hijos, no veo televisión y no creo en Dios, todas estas sendas que recorren los hombres para que la vida les sea más fácil. Los hijos ayudan a diferir la dolorosa tarea de hacerse frente a uno mismo, y los nietos toman después el relevo. La televisión distrae de la extenuante necesidad de construir proyectos a partir de la nada de nuestras existencias frívolas: al embaucar a los ojos, libera al espíritu de la gran obra del sentido. Dios, por último, aplaca nuestros temores de mamíferos y la perspectiva intolerable de que nuestros placeres un buen día se terminan. Por ello, sin porvenir ni descendencia, sin píxeles para embrutecer la cósmica conciencia de lo absurdo, en la certeza del final y la anticipación del vacío, creo poder decir que no he elegido la vida de la facilidad.

Sin embargo, cuán tentada me siento ahora de hacerlo..."

Fragmento de"La elegancia del Erizo"
de Muriel Barbery.

Nota:
Fotografía extraída de la película inspirada en el libro, la cual aun no me atrevo a ver.

martes, 26 de octubre de 2010

Pero sin i





Me vuelvo a desbordar,
a rebalsar de ti,
pero sin i.

Huraño estremecimiento
implora una re-animación.
Y como si me hubiera cortado las piernas
corro hacia a ti
pero sin i.

El vacío.
¡Maldito vacío!
Ese que se allego entre mis rodillas y el suelo
me mantiene
no,
me detiene.

Una mole,
un muro de Berlín que construí mientras dormía.
Explotarlo con mi Zeppelin
sería desfallecer con él,
sería ser una mendiga,
sería abandonar todo lo que construí para ti
pero sin i.

Prefiero quererte sin querer.

lunes, 18 de octubre de 2010

Maneando el sentido



A ver…


Si maneando el sentido estoy.


Si al ojear las hojas he roído las últimas con furor.


Si al mirar mis manos no veo más que un oscuro surco,


quebrantado y oscuro surco,


surco.


Vertientes vienen, vertientes van


intersecciones hay


es imperante,


es impulsivo,


expulsivo.



Pienso en aquella canción.


Pienso en un destino errante,


en hacer camino al andar,


o en esperar que éste me camine.


jueves, 26 de marzo de 2009

..pero hay algo malo con fantasear?


Ahora a lo duro, a lo concreto y visible,

¿qué pasa cuando ves mucho cine, lees muchos libros,
cuando "crees que..","quieres que..."
qué pasa con la idealización, la completación, la planificación, la fantasía, la permonición
la profesia pre cumplida, los deseos, los sueños...?

Aquí cae, revota y vuelve a caer en el charco de lodo
más asqueroso, mugriento, espeso, verde, mohoso...
ahí la ves revolcandoce..
A la "Espera".

Te llenas de ideas esperadas, esperables, de ti, de los otros, del mundo..ya nada te sorprende,
ya nada te causa curiosidad...

IDEAL,

lo que quiero no lo tengo y lo que tengo o no lo quiero o no lo veo.

ESPANTO

Fantaseo y mato hormigas de puro despecho.

Que va!
Siempre llego a las mismas conclusiones (o soluciones)
idealizadas,
sabias, coherentes, éticas
que nunca aplico, que nunca hago,
pero me dejan tranquila un rato.

Última palabra...

EXPECTATIVA

Simple, el que espera mata la vida y el que no la mata no la vive.


¿Qué es esto entonces?

¡ESTO ES IRONÍA!


martes, 9 de diciembre de 2008

lunes, 8 de diciembre de 2008

La Playa

 
Quizás sabes que si caminas por la playa con los pies descalzos, podrás sentir como cada granito de arena se esparce por tu planta dando una suave sensación de cosquilleo que no llega a alcanzar a la risa, podrás percibir esa brisa marina que te acaricia suavemente la cara y te desenvuelve los cabellos, e incluso si te atreves a empapar tus pies en la orilla del mar podrás llegar a tocar esa espuma blanca de mar que aflora desde la lejanía. Caminé por la playa con una plenitud que en mi vida había sentido, me senté en la arena y jugué con ella casi reviviendo los momentos de baldes y palas de cuando mi madre me llevaba a Salinas, pensé, quise pensar, pero era tanto el sentir, el percibir, que no pude.

Una sensación me invadió toda la mañana, era la necesidad de ir locamente a una playa, pero claro tenía que hacer muchas cosas, no podía responder a esa extraña e innecesaria iniciativa, debía trabajar, ganarme el pan de cada día, sabes. Cuando uno es pequeño si que es fácil ver la vida a tus pies, amplia y sin limites, pero creces y paf!, te llenas de barreras, que debes estudiar para ser ese llamado “alguien”, que tal vez nadie conoce, para luego salir a trabajar, tener la famosa familia y con unos dos nietos, cansado de tanto trabajo y de la monotonía, morirte y quizás antes de eso jubilarte y ponerte ocioso, fanfarrón y fastidioso. 

Estaba tranquilamente en la oficina revisando unos informes, un emparedado a medio comer, la radio encendida, una canción; ritmos desafinados, pianos retorciéndose y percusiones monótonas, pero sin embargo y sin razón alguna levante el oído .. “Vamos a la playa, a mí me gusta bailar, el ritmo de la noche, ven conmigo a la playa, sounds of fiesta .”…y miré la radio como si me estuviera diciendo algo, algo de gran envergadura para mi vida, tan atontado me veía, que mi compañero del cubículo del lado me preguntó que había pasado, si había ocurrido algo importante, yo me limité a mirarlo e intentar disimular la extraña escena que había interpretado. Otra vez la playa… baf, es solo una canción, pensé. Raúl, mi compañero de trabajo, me miró extrañado como intentando descubrir el misterio que poseía, claro, como si yo lo espiara cuando mira esas revistas picaronas por debajo del escritorio mientras actúa como si trabajara, y para que parara de una vez esa mirada le dije que nada, que solo estaba distraído. Gran error, porque luego, como si le abriera las compuertas de su boca, me comenzó hablar sin pausas del partido del fin de semana, que habíamos perdido dos a cero, que las piernas de la Laura, de cuanto había gastado su mujer en perfumes, de que subió la bencina, que el niño que llora toda la noche y que no lo deja dormir. 

Raúl es de esas personas que creen que hablan con alguien pero en realidad solo actúan unlargo monólogo para si mismos, donde no alcanzas a decir ni pío y te interrumpen para seguir su relato, bueno no creas que no intenté de todo para silenciarlo, lo ignoré, le mostré mi repertorio de ironías e incluso con gran esfuerzo le dije directamente que se fuera a trabajar, y me di cuenta que nada servía con él, que era peor que un bloque de plomo, en fin, por lo menos fue mi maestro en enseñarme a cerrar mis oídos sin taparme las orejas y sumergirme en mi trabajo y en mis pensamientos esperando que llegará el jefe para que le llamara la atención, el cual era uno de los pocos que me daba auxilio. Ya pasaban veinte y cinco minutos y no paraba, me dediqué a seguir en lo de mis informes, quedaba poco tiempo para el almuerzo, hasta que oí de sus labios, la playa, “…la Mónica se tiró en su toalla y no me volvió a hablar, siempre se enoja por estupideces esa mujer, si solo fue un grano de arena que cayó en su cabellito cuando agite mi toalla…”, lo mire sorprendido, otra vez esa sensación, la playa, tal vez, debía ir a la playa. 

Llegó la hora de almuerzo al fin, y me fui apresurado al casino.“Hey, Guillermo vamos a salir todos a comer a ese restaurante peruano, ¿quieres ir?”, era Laura, la de las piernas, no alcancé ni a responder cuando me toma del brazo y me une al grupo a través de risas burlonas, “ ¡Si va ser comidita rica, picada para usted si quiere!”, todos se ríen de buena gana, aunque a mi no causa mucha gracia, no me gusta salir en grupo, mucho alboroto, ruido, te sientes como obligado decir algo gracioso o que llame la atención, esa sensación superficial me desagrada, pero sin embargo, me dejé llevar esta vez y sin darme cuenta ya estaba caminado con ellos por la calle. 

Era verano, que calor, realmente me cuestioné el hecho de trabajar también en verano, pero ¿qué más iba hacer?, ¿ir a ver a mi mamá y que me refriegue lo poco que caigo en su idealización de hijito perfecto? o también otro fantástico panorama sería llevarle flores a mi papá al cementerio, en realidad si que era mucho mejor trabajar, te ganas unos pesitos y luego te inventas una que otra necesidad en que gastarlos. 

Subimos a una micro y me senté junto a Laura quien me comenzó a hablar, me contaba que en febrero iría a acampar con su nuevo novio, claro que el mes anterior había tenido cinco de esos que llama “ nuevos”, pero por lo menos era un poco más agradable hablar con ella que con Raúl, te permitía decir frases completas, aún así no le ponía mucha atención, era demasiada la costumbre de “platicar” con Raúl, solo miraba por la parte de abajo de la ventana donde el paisaje parecía convertirse en una larga franja de colores, el mar, si el mar, ahora lo veo, ¡ es una playa!. Me levanté mecánicamente y me dirigí a la salida del bus tocando con fuerza el timbre como si eso lo hiciera frenar más rápido, Laura y los demás me miraban extrañados por mi accionar, intentándome preguntar que me sucedía, que por qué me bajaba del bus, sentí vergüenza pero no flaqueé, mi instinto era más fuerte que el miedo que intentaba emerger. Me bajé del bus sin mirar atrás, y al entender que el autobús ya había partido, cayó sobre mí el fuerte miedo que instantes antes había intentado detenerme, y en ademán de arrepentimiento me di vuelta para mirarlo mientras se perdía en el camino tratando estúpidamente de frenarlo con la mirada, pero era inútil ya estaba ahí, frente a la playa.

Atravesé la calle y la miré de lejos, mar, arena, respiré y decidí bajar las escaleras que me conducían a ella.

Me saqué los zapatos, los calcetines transpirados y sentí como cada granito de arena se esparcía por mi planta, provocándome un leve cosquilleo que no alcanzaba a una risa era solo un esbozo de sonrisa, sentí como esa brisa marina acariciaba suavemente mi cara y me revolvía los cabellos, y arremangándome los pantalones me acerqué a la orilla empapando mis pies y dejándolos que tocaran esa espuma blanca que se desenvolvía desde la lejanía.

Caminé por la playa con una sensación que agrandaba mi corazón, me senté en la arena cansado de la emoción tan gratificante que me dominaba, era tanto el sentir, el percibir, que al mirar la magnitud de aquella playa me encontré con su mirada, choqué con ella, y ella conmigo, me esbozó una sonrisa: era la plenitud. 

                                                                          

viernes, 28 de noviembre de 2008

Queridos mortales

La amada ironía

Dícese por ironía una burla fina y disimulada, escondida en un tono burlón, que recae en una figura retórica que principalmente consiste en dar entender lo contrario de lo que se dice. 

Lo contrario de lo que se dice, dice usted.... 

Esa es la cruda realidad latino americana, de habla hispana, de lenguaje Chileno, de canales nacionales, de revistas de adolescentes, de conversaciones de esquinas....

Tal vez creada y dada a luz por féminas que al no encontrar cabida a su rabia la manifestaron con un nudo en la garganta. 

Usadas por machos alfa de la selva de cemento, que escalando en el exitismo cotidiano la encontraron y la usaron.. y la usamos, la desarrollamos y la criamos como un miembro más, salida de frustraciones y de comunicaciones incompletas, de raíces desterradas...

Ha de ser un ser racional para no entenderla, para no comprenderla, para no leerla. 

Ha de ser un ser emocional, para no ignorarla y para no verla.  

Lo digo y no lo digo a al vez, perfecta para insinuar y luego arrepentirse sin dejar rastro; arma eficaz para hacer sin deshacer.... 

Incompleta por si misma,

así es la Amada Ironía.