jueves, 28 de octubre de 2010

La Gran obra del sentido

"...- He venido a pedirle que venga a cenar conmigo mañana -dice-. Así tendremos la ocasión de charlar sobre nuestros gustos comunes.

- Eeeh...- contesto lo cual es relativamente corto.

-Una cena entre vecinos algo sencillo- añade.

- ¿Entre vecinos? Pero soy su portera-. Arguyo aunque muy confundida.


-Es posible tener dos cualidades al mismo tiempo- me contesta.

Virgen Santa. ¿Qué hago?

Siempre está la vía de la facilidad, aunque me repugne seguirla. No tengo hijos, no veo televisión y no creo en Dios, todas estas sendas que recorren los hombres para que la vida les sea más fácil. Los hijos ayudan a diferir la dolorosa tarea de hacerse frente a uno mismo, y los nietos toman después el relevo. La televisión distrae de la extenuante necesidad de construir proyectos a partir de la nada de nuestras existencias frívolas: al embaucar a los ojos, libera al espíritu de la gran obra del sentido. Dios, por último, aplaca nuestros temores de mamíferos y la perspectiva intolerable de que nuestros placeres un buen día se terminan. Por ello, sin porvenir ni descendencia, sin píxeles para embrutecer la cósmica conciencia de lo absurdo, en la certeza del final y la anticipación del vacío, creo poder decir que no he elegido la vida de la facilidad.

Sin embargo, cuán tentada me siento ahora de hacerlo..."

Fragmento de"La elegancia del Erizo"
de Muriel Barbery.

Nota:
Fotografía extraída de la película inspirada en el libro, la cual aun no me atrevo a ver.

3 comentarios:

Osama dijo...

buen diálogo! Te lo dice, a estas alturas, un hombre medieval.

miguel dijo...

creo que es un buen libro. lo he dicho antes.

Anónimo dijo...

Estoy leyéndome el libro ahora y este diálogo me ha parecido simplemente genial.